Aquí venden las mejores gorditas 'de canasta' de Durango y están a 35 minutos de la capital

DURANGO, Durango.- Quien llegó a viajar en tren o en autobús por la ciudad de Canatlán, sabe sin duda que era casi una obligación del corazón comprar gorditas en este lugar, y es que por años esta deliciosa comida ha acompañado a los viajeros que pasan por ahí.

Actualmente, aunque ya no hay ni vías del tren, los autobuses pasan por ese sitio y los conductores saben perfectamente que sus pasajeros van a querer parar para comprar gorditas.

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¿Dónde venden las mejores gorditas 'de canasta' de Durango?

A tan solo 35 minutos en automóvil, se puede llegar desde la capital de Durango hasta la cabecera municipal de Canatlán, tierra de las manzanas.

Ahí, en el cruce del bulevar Enrique W. Sánchez y la avenida Ferrocarril, se puede encontrar diariamente a la señora Perla, con su canasta de gorditas, ofreciendo su mercancía a todos aquellos que se detienen a comprar.

'De papas rojas, verdes, frijoles y rajas con queso', gritaban su abuela y su madre por las ventanas del tren y de los autobuses, y ahora lo anuncia ella, cuando llega la clientela.

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¿Por qué estas gorditas se venden exactamente en ese sitio, desde hace más de 45 años?

Entre mediados y finales del siglo pasado, la avenida Ferrocarril era, en realidad, el lugar por donde pasaba la vía del tren que iba desde la ciudad de Durango hasta Tepehuanes. Cerca del cruce con la carretera principal, es que se hallaba la estación del ferrocarril.

Además, también sobre esa vialidad, se localiza la terminal de autobuses. 

Por tal motivo, éste era un punto en el que los vendedores de comida, antojitos y dulces podían sacar el sustento del día, ofreciendo sus productos a los pasajeros tanto del tren como del autobús, que pasaban por esta zona.

Adicional a ello, los conductores de vehículos particulares solían llegar también a ese punto, a sabiendas que encontrarían alimento y bebida.

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¿Qué otros alimentos se vendían en ese punto, que son también tradicionales de Canatlán?

Durante el siglo pasado, las ventanillas de los autobuses y los trenes se podían abrir, por lo que al llegar a la estación y terminal de autobuses, decenas de comerciantes se arrimaban a las ventanas y elevaban sus mercancías para que los viajeros pudieran observar y hasta oler mejor los productos, a fin de afianzar la venta.

Además de las gorditas de canasta, era también muy común ofrecer de este modo la nieve de garrafa, generalmente de vainilla, así como quesos, pan ranchero, empanadas y, por supuesto, deliciosas manzanas, peras y perones.

Aún en la actualidad se pueden encontrar varios vendedores de estos productos tanto en esta concurrida ubicación, como a la entrada y salida de la ciudad, sobre las carreteras.

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