La ex Hacienda llena de historia, que está a pocos kilómetros de un balneario de aguas termales
Esta ex Hacienda de Durango cambió tanto de dueños, que de ella emanan un sinfín de anécdotas e historias interesantes. Se ubica muy cerca de un conocido balneario de aguas termales.
DURANGO, Durango.- Dentro del poblado Labor de Guadalupe, al norte de la ciudad de Durango, existen las ruinas de una vieja Hacienda que, en sus épocas de esplendor, albergó a la nobleza de la Nueva Vizcaya.
Se sitúa justo antes de llegar a un increíble paraje con aguas termales que pocos conocen y está a 30 minutos de Durango.
Esta propiedad fue pasando tanto de mano en mano, cambiando de propietario por causas tan diversas, que contiene entre sus deteriorados muros un sinfín de anécdotas e historias qué contar.
Cronistas de Durango se han dado a la tarea de investigar sus orígenes, como es el caso del historiador Javier Guerrero, quien llegó a encontrar datos bastante interesantes de la historia de esta ex hacienda en ruinas.
¿Cuáles fueron los inicios de la ex hacienda de Labor de Guadalupe?
La historia de la Hacienda de Labor de Guadalupe, la cual forma parte del Camino Real de Tierra Adentro, se remonta al siglo XVII, cuando fue propiedad de importantes personajes como el general Luis Ruiz de Guadiana, Juan Antonio de Clavería y el marqués de Torre Campo, José Manuel de Cossío y Campa.
El mandato del Marqués de Torre Campo como gobernador de la provincia de la Nueva Vizcaya llegó a su fin en 1748. Durante su gobierno, se resolvió un antiguo litigio entre los obispados de Valladolid, Guadalajara y Durango, conocido como 'El Pleito del Vento' o de las Lanas.
Para responder a los asuntos tratados en este litigio, la Iglesia marcó la Hacienda de la Labor de Guadalupe, entre otras tierras, como garantía para solventar una deuda, lo que finalmente resultó en el embargo de las propiedades en 1760.
La administración de la hacienda quedó entonces en manos del canónigo Francisco Ignacio Roldán y Maldonado, comisario del Santo Oficio.
Albergando labores mineras
Aún sin conocer cuándo dejó de ser propiedad del clero, el siguiente dato que se tuvo de la Hacienda de La Labor de Guadalupe fue como propiedad de José Rudecindo Jiménez Caro en 1778.
En el padrón realizado por José Vicente Velasco y Restan, se menciona que además de la hacienda, Jiménez Caro contaba con setenta sitios de ganado mayor y menor, así como con una presa de cal y canto sobre el río de La Sauceda.
Además, el dato mencionaba que la propiedad incluye una casa principal de adobe, trojes, galeras, oficinas, una huerta con árboles frutales y parras, y una capilla de adobe decorada con todos sus ornamentos correspondientes.
Se presume que la Hacienda de Nuestra Señora de Guadalupe de Papudos, como se le denomina en el padrón, pudo haber sido habitada por indígenas papudos traídos de las quebradas de Otáez para trabajar en las labores de las minas.
Una mansión para la realeza, y su prosperidad ganadera
A fines del siglo XVIII, perteneció a Juan José Yandiola, caballero de la Orden de Santiago y destacado comerciante de la ciudad. Tras su fallecimiento en un accidente en 1796, la propiedad pasó a manos de su hija Guadalupe Yandiola y del Campo.
En 1827, la mansión fue vendida a Esteban del Campo y Bravo, primo hermano de Guadalupe e hijo del segundo Conde del Valle de Súchil.
En enero de 1841, Esteban del Campo llegó a un acuerdo con el licenciado Rafael Bracho Sáenz de Ontiveros para la compra de las Haciendas de Guadalupe y San Salvador El Verde. El licenciado Bracho adquirió la propiedad por un total de 171 mil 450 pesos y 7 reales.
Tras la muerte de Rafael Bracho Sáenz de Ontiveros, la propiedad pasó a manos de su hijo Rafael Bracho de la Bárcena, quien expandió la hacienda hasta alcanzar 57 mil 320 hectáreas.
Bajo la administración de Rafael Bracho, la hacienda se convirtió en una de las fincas ganaderas más importantes de Durango, con tierras aptas para cultivos agrícolas gracias a su cercanía al río de La Sauceda y numerosos manantiales.
En 1892, se construyeron estaciones de ferrocarril en la propiedad, facilitando los embarques de reses en pie y fomentando la crianza de ganado de lidia de alto registro.
En 1910, Rafael Bracho contrajo un crédito de casi dos millones de pesos con bancos de Durango, Londres y México, así como el Nacional de México, para mejorar las instalaciones de la Hacienda. Este crédito se garantizó con la propia hacienda y otras propiedades urbanas, mostrando la importancia y el crecimiento continuo de esta histórica propiedad.
La caída tras la Revolución Mexicana
Francisco Villa, conocido líder revolucionario de México, tuvo un papel crucial en la transformación de las propiedades de los hacendados en Durango. Tras la derrota de Celaya, Villa tomó presos a varios hacendados, incluido Antonio Bracho, entonces propietario de la hacienda de Labor de Guadalupe, quien finalmente fue fusilado en el Panteón de Chihuahua, cerca de la hacienda de Durango que fue propiedad de Pancho Villa y está a 60 minutos de Parral.
La familia Bracho se vio en apuros financieros después de la muerte de Antonio y la pérdida de una gran cantidad de ganado. Los bancos acreedores exigieron el pago de los adeudos, lo que llevó a la adjudicación de 55 mil 804 hectáreas de tierras pertenecientes a La Labor de Guadalupe y El Chorro en 1931.
Esta adjudicación marcó el comienzo del reparto agrario en la región, con la formación de la Colonia Hidalgo y varios ranchos a partir de las tierras fraccionadas por los bancos. En los años siguientes, se formaron siete ejidos adicionales a partir de La Labor de Guadalupe y El Chorro, alcanzando un total de 37 mil 633 hectáreas.
¿Propiedad en venta?
En 1936, la colonia Labor de Guadalupe recibió su primer dotación ejidal, la cual incluía la Casa Grande, la capilla, las trojes y las huertas, abarcando un total de 3 mil 817 hectáreas. Sin embargo, a lo largo de los años, la propiedad cayó en ruinas.
Recientemente, en 2022, la empresa de bienes raíces RE/MAX puso en venta la propiedad, la cual incluye el casco de la hacienda con una extensión de 2 mil 415 metros cuadrados, que se oferta como terreno rústico para inversión.
La venta del predio también incluía servicios y un proyecto de restauración aprobado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), lo que representa una oportunidad única para invertir en la preservación de este importante patrimonio histórico.