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La visita a los siete templos; una leyenda duranguense de Semana Santa

Esta leyenda relata como una mujer cumple con una manda aún después de haber pasado a mejor vida.

Por: Gerardo Lares

DURANGO, Durango.- La leyenda de la visita a los siete templos fue investigada por el maestro Manuel Lozoya Cigarroa, quien fue uno de los investigadores más grandes acerca de la historia de Durango, además de investigar los relatos y leyendas más importantes del estado. 

Esta leyenda tiene su inicio en el mes de abril por el año de 1937, y trata sobre un taxista de aquellos tiempos que tuvo un día bastante flojo en su trabajo de transportista, pero antes de finalizar su día laboral un pasajero abordó su unidad para que este chofer pudiera llevarlo a su casa, sobre todo para evitar que en su recorrido a pie le saliera algún malhechor en su camino.

Una vez que el conductor terminó con su servicio, opto por regresar de manera lenta y precavida por las calles de aquella zona, mismas que se encontraban dañadas por las carrosa que transitaban por esa vía, al ir de manera lenta observó que una mujer le hizo la parada para abordar su vehículo, pero al ser de noche y algo tarde, sospechaba de que fuera una trampa para asaltarlo, sin embargo, la mujer logró cautivarlo con una noble voz que le transmitió cierta tranquilidad al taxista. 

Ya abordo del automóvil, la señorita pidió que la llevara a la Catedral Basílica Menor, y una vez ahí la mujer bajó, se acercó a las puertas del templo para arrodillarse y santiguarse, una vez finalizada esta acción, volvió para abordar la unidad y dar la instrucción al conductor de que la llevara al templo de Analco y una vez en el sitio realizó la misma acción que en la catedral.


La mujer pidió al taxista la llevara a otros cinco templos, siendo San Agustín el siguiente, después fue San Juan de Dios, para continuar con San Miguel y finalmente al Sagrado Corazón de Jesús, iglesia que en ese momento aún se encontraba siendo edificada, una vez que terminó de arrodillarse y santiguarse en el séptimo templo, pidió al chofer que por último la llevara al Panteón de Oriente y mientras avanzaban a su destino la mujer dijo haber cumplido por fin su promesa.


Al llegar al campo santo, la mujer le entregó al conductor un recado dirigido a un doctor junto con un anillo que le pidió de favor lo entregara, y una vez entregado el le pagaría por el servicio prestado, un tanto desconcertado el hombre fue a descansar para al día siguiente ir a entregar el anillo que la señorita le entregó y a cobrar el viaje realizado.

Cuando llegó al consultorio del doctor, el hombre le entregó el recado y el anillo al médico, quien al ver la joya y el escrito quedo perplejo, ya que el anillo pertenecía a su difunta esposa que tenía poco más de un año de fallecida, comprobando por la letra del recado y por expertos en joyería que se trataba del anillo y la letra de su difunta esposa.